viernes, 11 de septiembre de 2009

El retorno

Volver siempre es difícil, pero estos días han sido tan intensos y he sacado tanto provecho de ellos que no lamento volver. ¡Necesito descansar!

Tengo que poner muchísimas fotos, (que ahora están en formato nikon) pero os aseguro que no llegan ni de lejos a enseñar lo bien que me lo pasé y los recuerdos que me quedaran.

El fin de semana estuvimos en el mercado medieval de Ávila. Recomiendo fervientemente visitar Ávila a los que no lo hayan hecho, y más si sóis amantes de todo el tema medieval. Ya solo por las murallas y las calles ya vale la pena pasearse por ahí. 

Dentro de murallas metieron unos 220 puestos medievales de todo tipo. Una zona dedicada a la cultura árabe con sus puestos de teteria, joyas y perfumes. Había una plaza solo de orfebreria, muchos puestos de manualidades de la gente de ávila e incluso un par que vendían ropas medievales para los que se quisieran disfrazar. Y es que hubo muchísima gente con toques medievales, lo que daba cierto encanto al mercado. 

Además de los puestos, varios grupos itinerantes amenizaban el mercado, con tambores y bailarinas. Por supuesto hubo una exhibición de arqueros y vuelo de rapaces. Cierto es que hubo demasiada gente y los halcones y aguilas hacían de las suyas intentando evitar el gentío, posandose en balcones y tejados. 

Y esos puestos de dulces, bizcochos y chocolates... en fin, que lo que nos zampamos se compensó con las vueltas que dimos al mercado. ¡¡Incluso de noche!! Y es que si la muralla es bonita de día, iluminada de noche es mágica. 

El lunes ya estabamos en Madrid pero solo para preparar los bártulos para irnos el martes a Toledo. Y si Ávila es bonita, Toledo no se queda atrás, con sus callejuelas, sus cuestas y su aire árabe.  

Aparte de visitar un par de forjadores indispensables para los que las armas blancas son una pasión, tuvimos la suerte de hacer una visita guiada nocturna, donde nos iban enseñando rincones escondidos de Toledo y leyendas que han ido forjando la historia mágica de la ciudad.  

Eso sí, al que vaya a ir, que se equipe con unas buenas deportivas, porque Toledo ante todo es cuesta, con empedrado con "encanto".

Naturalmente, además de las leyendas me he traido un par de espadas...

Y cuando ya llegamos a Madrid, como ibamos a descansar cuando podíamos irnos a tatuar. Nos fuimos a comer a casa de unos amigos, donde vino el tatuador, y entre una cosa y otra nos llevamos una buena tarde y algún que otro tattoo.  

Y hoy agotada, para que negarlo. Mañana empezamos de nuevo la vida, pero hoy... hoy descansar.

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